IDENTIDAD CRISTIANA
La Iglesia de hoy necesita menos maestros y mas
testigos decía su santidad el Papa Pablo
VI, eso es lo que estamos sufriendo en nuestra Iglesia tenemos muchos Doctores
y personas letradas pero que muy poco o nada de experiencia de DIOS.
Esta
breve introducción es un indicio general del como nuestra Santa Iglesia carece
de identidad, teniéndola como el conjunto de características por las que se
reconoce una cosa o persona ,esta insuficiencia empieza a palparse por los clérigos y lamentablemente nuestros
fieles padecen lo mismo, sin exceptuar a los que estamos en camino al presbiterio.
Esta identidad podría deberse al aumento
de la secularización que se vive en la actualidad, en un mundo donde el creer
en Dios es algo anticuado y “pasado de moda”.
La
característica propia del cristiano ha de ser vivir el amor, el amor para con
Dios y vivir en esa continua unión con el Creador, para con las demás personas
y con la comunidad en que se encuentra, pues hoy se vivencia la carencia de
amor que se tiene para con el prójimo, cumpliéndose proféticamente las palabras
del Señor “la caridad de muchos se enfriara” (Mt 24,12) vemos un mal llamado
mendigo y le ignoramos, tenemos un corazón de piedra y no nos conduelen las necesidades del
hermano. Otras distinciones claras del cristianismo deben ser la fe y la
esperanza. La fe en un Dios vivo, en un Dios que no se ha quedado en una tumba
sino que por la gracia del Espíritu ha resucitado, “certeza de lo que no se ve
y esperanza de lo que se espera” (Fil) debe ir en comunión con la esperanza en
las promesas de Nuestro Señor Jesús. Esta es la carencia de en los cristianos,
un déficit en las virtudes teologales, columnas que dan vida y sostienen al
creyente, pero que si hay carencia o no se tienen no se va a mostrar la
verdadera identidad de un buen cristiano.
Es
allí donde entra la Iglesia al apreciar este problema de identidad, debe ser
medianera entre Dios y el hombre, permitir que el hombre conozca y viva
realmente las palabras del Evangelio, y a partir de ellas tome conciencia de
como realmente se debe mostrar el rostro de Dios. Ella debe colocar sus funciones de Diaconía, Koinonia, Martiria
y Liturgia en pos del hombre. La Iglesia cumple misión por lo que hace para la
salvación del hombre, teniendo mas relevancia de lo que dice o piensa, ella
debe crear nuevos métodos que ayuden a alas personas al conocimiento de Dios, como
lo dice el apóstol Santiago “la fe sin obras es una fe muerta” (Sgto 2,17), a eso esta invitada la Iglesia a ser
cooperadora en la adquisición de la verdadera identidad del hombre. Teniendo en
cuenta la tarea evangelizadora y misionera de la iglesia y el mandato de hacer
discípulos a todos los hombres, el clero no es el único ente encargado de la
acción misional de la iglesia, se recomienda el trabajo mancomunado con los
fieles laicos.
Uno
de los puntos relevantes por los que podríamos iniciar esa tarea de
evangelización seria el mejorar
la religiosidad popular, la cual ha sido el sostén de nuestra iglesia latina,
así lo dice el Santo Papa Benedicto XVI en el discurso inaugural en Aparecida, tomando los aspectos mas relevantes
de la misma pero a su vez empleándola para despertar en nuestra gente el deseo
de ser verdaderos cristianos, cristianos radicales, convencidos de lo que creen
y mas aun en quien creen ,esto se puede llevar a cabo a través de la diaconía,
prestando un servicio a la
comunidad en el amor, de la martiria el anuncio de la
Palabra de Dios y de la koinonia, comunión en la oración, comunión en la
fracción del pan (Eucaristía) y en la solidaridad con las necesidades del
hermano (Hch 2,42), lugares en donde se
llegue atener ese encuentro de “ojos abiertos y corazón palpitante” como lo decía el Sumo Pontífice Juan Pablo II.
Ya
que todos formamos en Cristo un solo cuerpo, siendo el la cabeza del cuerpo
,nosotros debemos ver en Él, el verdadero rostro cristiano, un rostro de
amor con los pobres ,un rostro de
misericordia para con aquellos que han caído en pecado, un rostro de esperanza
en la patria celestial, de amor y perdón para con aquellos que nos hacen mal. Y
tener ese mismo Espíritu que lo movía Él a la intimidad con el Padre en la
oración, a enseñar la buena nueva y proclamar el año de gracia del Señor (Lc
4,18).
Así
como Jesús en la oración sacerdotal le
pide al Padre que sean uno de igual
manera Él nos invita a ser uno con Él, a través del cumplimiento de los
mandamientos, de los medios eficaces para nuestra salvación, los sacramentos,
administrados por su Iglesia y guardando sus palabras y poniéndolas por obra
como se mencionaba anteriormente. Teniendo ese verdadero rostro de cristiano
ayudaremos a hacer de otras personas
discípulas-misioneras.